La filosofía minimalista es saber identificar aquello que realmente necesitamos y despojarnos de todo lo demás.
Así de simple.
De hecho aún lo podemos definir con menos palabras:
Menos es más.
Sería una hipocresía por mi parte intentar definir a la filosofía con una larga explicación. En teoría con esta cita tendríamos suficiente.
Pero quiero ir un paso más allá y explicar porque no estoy hablando sólo de objetos, o bienes materiales.
En esta filosofía también se incluye una especie de «minimalización» de cargas emocionales, estrés, horarios, dietas, rutinas de entrenamiento, carteras de inversión…
Todo con lo que nos encontremos en el día a día.
De hecho, aún no he encontrado ningún ámbito de la vida en el que haciéndolo gravitar hacia el minimalismo me haga sentir peor.
Simplificándolo… Todo parece mejorar.
Pero sea el ámbito que sea, separar el «necesitar» de «querer» y «desear» para vivir con menos, es un reto que es más fácil de decir que de practicar.
Es por esto que iremos por partes.
Hoy quiero cubrir la parte más filosófica o teórica, y más adelante quiero quedarme colgado en las arenas movedizas de tomar acción en el minimalismo para vivir con menos.
Qué es la filosofía minimalista
El minimalismo es una corriente filosófica que ha ido creciendo recientemente. Este estilo de vida proporciona más foco, libertad de movimiento, comodidad y más calidad de vida. Para conseguirlo se minimizanlas posesiones tanto materiales como espirituales.
¿No te ha ocurrido nunca que cuando vas a mudarte de casa te das cuenta de toda las chucherías que has comprado?
Cuando nos encontramos en una situación en la que sólo podemos llevarnos con nosotros unas cuantas cosas, es cuando vemos que tenemos demasiadas.
Y llega un momento en el que nos damos cuenta de que nos pasa lo mismo a nivel mental. No queremos cargar con nosotros tanto estrés, pensamientos o preocupaciones y necesitamos simplificar tanto lo que llevamos a nuestras espaldas, como en la cabeza.
Para qué sirve el minimalismo en la vida diaria
Porque el desafío de esta filosofía está en querer poco aun cuando tenemos los medios para tener lo que deseamos, pero aún así decidimos tener lo mínimo posible.
¿Y por qué querríamos hacer algo así?
Por pura paz mental.
Entiendo que decir simplemente «paz mental» suena a muy abstracto, así que me he decidido a hacer una lista un poco más completa de los usos que puede tener esto de vivir con menos cargas.
Aclarar nuestros objetivos y priorizar
Por una vez los medios de comunicación han hecho bien su trabajo y por eso ya sabemos de sobra el daño que nos hacen las redes sociales en nuestro foco a las cosas que nos importan.
De hecho ya se han empezado a ver los resultados que puede tener esto a largo plazo. No estoy hablando sólo de nuestra atención, si no de nuestra salud.
En los últimos años se ha desarrollado unos síntomas que me parece que tengo actualmente y que estoy intentando solucionar.
Se llama «apnea del email».
A todos nos suena la apnea del sueño, en la que uno deja de respirar involuntariamente porque se le tapan las vías cuando se le relajan los músculos.
La apnea del email es el resultado de pasar horas y horas delante de las pantallas, con mil pestañas abiertas, con música de fondo, con el celular al lado vibrando con mensajes nuevos al mismo ritmo que las palpitaciones de mi corazón intentando manejar todos esos estímulos.
He terminado con dejar de respirar a ratos mientras estoy en el ordenador, y tengo que pensar conscientemente de tomar aire, de lo contrario de pronto me desfocalizo del trabajo y me doy cuenta de que me estoy ahogando.
En este ejemplo, identificar cómo se aplicaría el minimalismo está más que claro, ¿no?
Dejar el celular a la habitación, ser «minimalista» en el número de pestañas que tenemos abiertas, acciones que tomamos en un mismo tiempo, o hasta tirar hacia un ritmo de música que estamos escuchando mientras tipeamos a toda máquina.
Ya te he dicho que este tipo de filosofía no aplicaba sólo a objetos, pero a un estilo de vida que como ves te puedes llevar a algo en lo que pasamos unas 8 horas diarias, el trabajo.
Pero veamos cóomo lo aplicamos también en nuestras posesiones.
Retar al materialismo
A ver. El capitalismo y los objetos en si mismos no son malos. Lo que hace daño es comprar cosas de forma indiscriminada y eso también lo sabemos de sobra.
Es fácil verse envuelto en una espiral de shopping sin darse cuenta. Aquí la función de la filosofía minimalista me incita a preguntarme si lo que estoy apunto de comprar me aportará algún valor real.
Para eso una buena técnica es dejar escrito eso que “necesitamos” en un papel y esperar al menos 24 horas antes de comprar.
De hecho si realmente es necesario o me hace un montón de ilusión no hará falta escrbirlo en ningún lado, pero me quiero centrar en eso de dejar pasar unas horas.
Si pueden ser cinco días o una semana mucho mejor, pero me he demostrado una y otra vez que normalmente acostumbra a bastar con dejar 1 día para sacudirme el consumismo compulsivo de la misma manera que MercadoLibre me quería sacudir la billetera.
Si cuando han pasado 24 horas lo sigo queriendo comprar, dejo pasar algunos días más y si entonces aún lo quiero entonces lo compro. Quiere decir que esa compra tiene sentido en mi vida.
Comprar más calidad
Ya que lo necesitamos, que haga bien su función. La idea es prestar atención a su valor funcional.
A mí personalmente me da un poquito más de paz mental no pasar mucho tiempo eligiendo la ropa, pero para otra persona eso le puede gustar o dar absolutamente igual.
Porque de nuevo, el minimalismo no es todo consumismo, también es paz mental que de alguna manera se acaba conectando con lo que poseemos.
Tener más claro quienes somos
Y es que todos conocemos a personas que se definen por las cosas que tienen. Un amigo que tiene un auto lujosísimo y es «el del Porsche» que nos lleva a todas partes. Un primo con una casa enorme con piscina y es «el primo de la piscina» al que vamos a pasar los veranos.
Ligar nuestra personalidad a cosas que poseemos es mucho más sencillo de lo que nos imaginamos.
Por eso escuchamos tanto eso de:
Al final las cosas te terminan poseyendo a ti.
No porque necesariamente pensemos en todas estos bienes constantemente, pero porque ligamos el tipo de personas que somos con eso.
Entender qué me hace feliz
Y finalmente, cada una de las razones anteriores que constituyen la filosofía minimalista a mi entender, siempre vuelven al centro de todas nuestras vidas. A ser felices.
Cuando no necesito lo último en tecnología, lo mejor que mi vecino o la perfección, entonces me siento suficiente.
Cuando tenemos abundancia tenemos libertad para escoger lo que nos apetezca. Pero no es en la abundancia de cantidad de cosas.
Como decía Sócrates: La felicidad queda en la capacidad de disfrutar con menos, y no en buscar más.
Pero como siempre, en la teoría queda todo muy bonito, pero es en la práctica que se demuestran las cosas. Las ideas no pasan al subconsciente hasta que se toma acción para una asimilación verdadera, y en el caso de la filosofía minimalista, no deja de ser un trabajo constante del día a día.
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