Hablemos de ese imaginario colectivo plagado sobre los mitos del desarrollismo, o como muchas veces se menciona: “Mitos sobre el progreso”. El libro “La biología en cuestión” es la traducción al castellano de una serie de ensayos de Richard Levins y Richard Lewontin (recientemente fallecido) en los que analizan, a través del potencial de la dialéctica marxista una variedad de temas tan actuales como urgentes: plaguicidas que aumentan plagas, cultivos que producen cada vez más hambre y epidemiólogos sorprendidos por brotes de epidemias. Extractos de uno de sus capítulos, el rol de la ciencia en los modelos agropecuarios.
Ciencia y progreso. Mitos desarrollistas en la agricultura
La visión de la “ciencia” como progreso irrestricto se expresa en el desarrollismo: la postura de que el progreso tiene lugar siguiendo un eje único –que va desde lo menos a lo más desarrollado– y que la tarea de la sociedad revolucionaria consiste en avanzar lo más rápido posible a lo largo de ese eje de progreso, con el fin de superar a los países avanzados. La consecuencia de esta visión es la reproducción instantánea de los peores vicios de la ciencia y la tecnología (capitalistas) mundial, y la aceptación acrítica de lo “moderno”. En lo que respecta a la tecnología agrícola, el desarrollismo se apoya en siete mitos acerca de lo “moderno”. 1. “La agricultura con uso intensivo de mano de obra representa el atraso; el progreso es la agricultura basada en un uso intensivo de capital”. Este argumento refleja una noción errónea del desarrollo. Su visión de la tecnología es típica del siglo XIX, la de un modelo termodinámico en el cual vastas cantidades de energía se usan para mover una vasta cantidad de material. El actual modelo agrícola ha demostrado ser el sistema de producción menos eficiente de la historia, en términos de energía, y también es perjudicial para la base productiva a causa de la erosión, por el consumo excesivo de agua, la salinización, y la destrucción de la materia orgánica y los organismos del suelo. Pone en peligro la salud de la gente y a la vida salvaje. Por otro lado, la estrategia de la agricultura ecológica consiste en crear sistemas que requieran una intervención mínima. Esto se puede lograr mediante el conocimiento detallado de los procesos que afectan la fertilidad del suelo, la dinámica de la población de insectos (dado que son, al mismo tiempo, una plaga, pero también útiles) y la microclimatología. No es una postura opuesta a la tecnología. 2. “La diversidad representa el atraso, el monocultivo uniforme es el progreso”. El monocultivo inevitablemente crea nuevos problemas de plagas, muy serios; al tiempo que evita que podamos usar la variabilidad de suelos y climas para nuestro provecho, agota al suelo y exige un uso intensivo de insumos costosos. Los partidarios de la agroecología ven el potencial que tiene el uso de patrones de diversidad para manipular el microclima: por ejemplo, un cinturón protector de árboles en la ladera de una colina puede actuar como un dique, frenando el flujo de aire frío y creando una corriente de aire más cálido que cubre una distancia igual a diez veces la altura de los árboles. Este cinturón protector, lo suficientemente ancho como para cultivar con un grado de mecanización adecuada, nos permite cultivar un cereal que requiera temperaturas más elevadas. La diversidad ayuda a controlar las plagas y permitiría hacer un mejor uso de la fuerza de trabajo frente a la incertidumbre de la naturaleza, dado que algunos cultivos, como los tomates, hay que cosecharlos rápidamente ni bien maduran, mientras que otros, como la mandioca, pueden quedarse en la tierra hasta que se los necesite. 3. “La pequeña escala es el atraso; el progreso es la gran escala”. Estamos familiarizados con las economías de gran escala, pero desconocemos las desventajas que traen aparejadas. En los cultivos a gran escala no es posible usar cada lote de terreno según el patrón de cultivo más conveniente para cada uno de ellos. En la industria láctea sirve identificar a las vacas de una manada en forma individual, con el fin de ajustar la nutrición y detectar los primeros síntomas de una enfermedad. Esto, por lo general, significa que manadas mayores a 50 o 100 animales no son tan productivas como las manadas más pequeñas. La unidad de planificación debe ser grande, con el fin de tomar en cuenta los patrones regionales de hidrología, migración de plagas, disponibilidad de mano de obra y necesidades de consumo. Pero la unidad de producción, puede ser mucho más pequeña. 4. “El atraso es el sometimiento a la naturaleza, el progreso implica tener un control completo sobre todo lo que sucede en el campo, el huerto o la pastura”. La naturaleza es intrínsecamente variable. Podemos someter una parte de la variabilidad natural usando insumos costosos, pero estos no hacen más que crear nuevas vulnerabilidades que reemplazan a las antiguas. Por ejemplo, los sistemas de irrigación reducen la dependencia inmediata de la lluvia, pero incrementan la vulnerabilidad a variaciones en el precio del combustible. Los cultivos de alto rendimiento tienden a depender de un paquete técnico completo que funciona cuando reinan condiciones óptimas y que pierde su ventaja cuando hay un clima inusualmente severo o el paquete no está disponible. Pequeñas diferencias en el clima pueden alterar drásticamente la sincronía entre los cultivos y sus plagas, o agentes de polinización, así como entre las plagas y sus predadores. Cada cambio que hacemos en la naturaleza cambia la dirección o la intensidad de la selección natural, lanzando a la evolución de las muchas especies que conviven con nosotros por nuevos senderos. Surgen nuevas plagas adaptadas a nuestros nuevos cultivos o tecnologías, las viejas plagas se vuelven resistentes a nuestras medidas de control y los predadores beneficiosos podrían llegar a perder interés en la presa que nos interesaba que cazaran. Una estrategia ecológicamente racional no pretendería crear un sistema de producción definitivo, completamente controlado, sino que reconocería y usaría la variabilidad de la naturaleza de muchas maneras distintas. 5. “El saber popular es atrasado; el progreso es el conocimiento científico”. La lucha contra la superstición ha sido una parte fundamental del proceso de liberación. La agresiva noción de que la ciencia es la única forma de conocimiento válida ha sido utilizada para justificar el menosprecio de cuño nacionalista, clasista y sexista hacia los logros intelectuales de los pueblos, los trabajadores y las mujeres del tercer mundo. Esta noción es falsa. Todo conocimiento proviene, en los hechos, de la experiencia y de la reflexión sobre esa experiencia, mediante los instrumentos intelectuales derivados de saberes y experiencias previas. La ciencia contemporánea es una de las formas en que la experiencia ha sido organizada y usada en forma consciente con el propósito de adquirir conocimiento. Pero todos los pueblos aprenden, experimentan y analizan. La participación de las masas en la innovación es especialmente factible en la agricultura, donde la experiencia de un lugar complementa –más que competir– al conocimiento adquirido en otro, y donde los objetos de interés son usualmente los objetos de la vida cotidiana. También exige que nos liberemos del culto a los especialistas y al conocimiento experto. Además de apelar a la capacidad creativa del pueblo, estas actividades crean una conciencia acerca de la naturaleza de la práctica científica, y así los granjeros saben qué experimentos se hacen, pueden juzgarlos críticamente y se reúnen con los científicos en pie de igualdad, como camaradas que comparten una meta en común. 6. “Los especialistas son el progreso; los generalistas, el atraso”. Los admiradores acríticos de la especialización sostienen que, si los grupos de especialistas trabajan en equipo, pueden resolver los problemas relacionados con la subdivisión del conocimiento dentro de un campo dado. Sin embargo, la especialización evita que los investigadores contemplen el cuadro en su conjunto, a causa de la estrechez de miras que conlleva su formación y en razón de que la ideología del conocimiento experto hace que sintamos orgullo al considerar que solamente la información precisa, cuantitativa, es ciencia real, mientras que el resto es “filosofía” (una mala palabra para los científicos positivistas), o bien “no pertenece a mi departamento”.La formación de especialistas es distinto a educar científicos, y alienta esa combinación de microcreatividad y docilidad que les permite trabajar en los más monstruosos proyectos de destrucción sin el menor miramiento por sus consecuencias.Por lo común, en todos los grandes proyectos de infraestructura sucede que los ministerios de Salud y Agricultura no dialogan entre sí, y así es como aparecen las sorpresas. Los encargados de la planificación no tienen ya más excusas para no hacerse la pregunta obvia acerca de un proyecto: ¿Cómo afectará la situación de las mujeres? ¿Cómo afectarán los cambios en la vegetación la biología de los potenciales vectores de una enfermedad? ¿Será la nueva actividad productiva compatible con los requerimientos de agua de la gente? ¿Se volverá más vulnerable la provisión de alimentos a causa de la producción de cultivos de exportación? Los cereales son concebidos para mejorar su rinde en tanto monocultivo, porque la maquinaria fue diseñada para operaciones en lotes sembrados con un solo cereal. Los ingenieros diseñan la maquinaria para el monocultivo porque los ingenieros agrónomos les informan que ellos pueden replicar la labor de los granjeros. Los granjeros se dedican al monocultivo porque sus variedades, al igual que la maquinaria, son adecuadas al monocultivo. Cada una de las partes toma decisiones racionales en base a las limitaciones que les imponen las otras partes involucradas, mientras que nadie piensa en el proceso en su conjunto. 7. “Cuanto más pequeño es el objeto de estudio, mayor el progreso”. Este enfoque considera que los estudios de laboratorio son superiores a los estudios de campo, a las investigaciones de colecciones de especímenes y al trabajo teórico que se realiza en las bibliotecas. Una ciencia biológica saludable requiere la combinación de estudios en todos los niveles de organización, así como en el laboratorio, el campo, la biblioteca y el museo.
La lucha contra estos mitos desarrollistas sobre la modernización no es una cruzada contra la ciencia, más bien es un programa para crear un tipo diferente de ella.La agricultura moderna de alta tecnología que existe en la actualidad no es un proceso genérico, sino una forma particular del desarrollo tecnológico bajo el dominio político-intelectual del capitalismo. La alternativa radica en el desarrollo de nuevas tecnologías concebidas no para crear nuevas mercancías, insumos o controlar a una fuerza de trabajo díscola, sino orientadas a aportar altos rendimientos sustentables de los productos necesarios, apelando a un uso mínimo de recursos y con un reducido impacto sobre el medioambiente y las personas, de acuerdo a un trabajo que promueva la salud y la creatividad. Los argumentos delineados aquí con respecto a la ciencia y la tecnología agrícola tienen su paralelo en las críticas efectuadas a la medicina, al diseño industrial, la planificación urbana y, en los hechos, a todas las ciencias aplicadas. En cada caso, debemos reconocer que la sed de ganancias del capitalismo, y su necesidad de control social sobre la fuerza de trabajo, son las que marcan la agenda de la ciencia. Por su parte, la incorporación y organización de los científicos crean una comunidad científica que acepta esa agenda, y la ideología de la ciencia genera el entorno intelectual en el seno del cual las orientaciones prevalecientes parecieran ser el único curso de acción posible. *El libro está disponible en Ediciones IPS.