El proyecto de investigación de cannabis forjado codo a codo entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria INTA y la Asociación Civil Ciencia Sativa de Bariloche comienza a tomar forma en la región.
Se trata del primer convenio marco, entre una institución pública y una organización cannábica, avalado por el Ministerio de Salud en el país que tendrá lugar en las instalaciones del INTA de Guerrico. El plan tiene como meta el cultivo de cannabis con fines de investigación médica y científica.
“Nuestro objetivo es hacer un fitopreparado -aceite, crema o tintura- que pueda llegar a toda la comunidad, tanto a sectores públicos como privados. Con el respaldo de la ley, las personas que tengan una receta podrán conseguir los productos en farmacias”, manifestó Gabriela Calzolari, bióloga y referente de la organización Ciencia Sativa.
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En las dos hectáreas destinadas a esta iniciativa se instaló un complejo sistema de seguridad, que cuenta con doble cerco perimetral, una barrera, sistema de alarmas y cabinas de control. El acceso será restringido y sólo podrá ingresar personal habilitado.
Allí funcionará el espacio de cultivo a cielo abierto para experimentación, una planta de secado, un laboratorio y cerca de 10 invernaderos para cultivo bajo cubierta.
“Venimos trabajando a la par con Ciencia Sativa en el proyecto desde 2019. Ahora que obtuvimos la resolución final de Salud podemos empezar a cultivar, antes no podíamos hacer nada”, explicó la asistente de Planificación del Centro regional Patagonia Norte del INTA, Mariana Amorosi.
Además, comentó que ya comenzaron con los trámites para la importación de semillas y que están en tratativas con inversores privados para financiar el proyecto. Se necesita una gran infraestructura que implica altos costos para el Estado.
“Es el primer convenio de colaboración en el país aprobado por el Ministerio de Salud que permitirá el cultivo de cannabis bajo la órbita del Estado nacional”, remarcó Amorosi, quien hizo hincapié en que las organizaciones cannábicas sufrían muchos prejuicios de la gente y las instituciones.
“Para nosotros es muy importante porque es el único proyecto con estas características en la Patagonia”, añadió la impulsora del proyecto dentro del INTA.
Con estos cultivos pretenden ganar experiencia en el tema, abastecer la demanda social y capacitar a la gente: desde profesionales y no profesionales, con un trabajo interdisciplinario que les permita conocer a fondo esta nueva producción.
Semillas, mejoras y laboratorios
En total se necesitarán unas 7 mil semillas, aunque adelantaron que la adquisición se hará de manera escalonada. En una primera instancia se traerán semillas -a través del Instituto Nacional de Semillas INASE- que fueron donadas de un banco de Colombia y que están habilitadas para investigaciones. Posteriormente, esperan importar de Estados Unidos y España.
Así, el circuito productivo comienza con la llegada de las semillas. Luego de cultivar y cosechar harán la resina, que es el producto concentrado derivado de la planta. Esa resina, previamente testeada y examinada por el equipo de investigación se enviará a los laboratorios públicos. Allí se realiza el producto final para comercializar, al que podrán acceder los pacientes que estén registrados en el Reprocann.
El material cultivado también servirá para investigación, a través del Ministerio de Ciencia y de las Universidades.
Como un segundo objetivo dentro del proyecto es mejorar genéticamente para conocer qué variabilidad de plantas y semillas se genera y adapta mejor a la zona. Este proceso se puede realizar en paralelo con el cultivo y servirá para fortalecer las cepas que ya tienen y no tener que comprar en el exterior.
“Sabemos que hay una demanda social y queremos cumplir con esto; necesitamos dar respuestas”, agregó Calzolari.
En este sentido, la línea de investigación no sólo tiene que ver con lo terapéutico y medicinal, sino también con lo botánico, por ejemplo, en lo relativo a la adaptación de variedades de cannabis en la Patagonia. Queremos plantear una selección diversa que tenga mayor productividad y que permita investigación a campo”, indicó Calzolari
La idea es que a medida que haya disponibilidad de materia vegetal se pueda ir articulando con los laboratorios públicos de Río Negro y Neuquén (Profarse y Laboratorio Público de Formulaciones Magistrales, respectivamente).
Se trabajará con distintas cepas, entre siete y nueve variantes: algunas con mayor porcentaje de CBD, otras con THC, algunas cepas mixtas y otras más experimentales que están siendo materia de investigación a nivel mundial, con alto contenido de CBG para tratamientos oncológicos.
El Reprocann, imprescindible para avanzar
Calzolari adelantó que se está trabajando en la seguridad de la plataforma respecto al ingreso de los datos, que permitirá poder acceder a un certificado. Aún no está en vigencia y hay mucha expectativa para que comience a funcionar, porque es clave en el avance de otros procesos, como las autorizaciones a organizaciones para cultivar.
El Registro del Programa de Cannabis (Reprocann) habilitará a que el paciente que cuente con una indicación médica pueda ingresar sus datos en el listado de manera confidencial. Esto dará autorización para que puedan acceder a plantas de cannabis y sus derivados, ya sea como tratamiento medicinal, terapéutico o paliativo del dolor.
Además, con este sistema se podrán otorgar permisos de cultivo para los pacientes, ya sea a través de un familiar, una tercera persona o una organización civil autorizada.
“Hoy en día estamos igual que antes de la sanción de la Ley de cannabis medicinal, porque al no estar funcionando el Reprocann no se puede avanzar. Si la gente está inscripta puede tener permiso para cultivar o acceder a una receta que le permita conseguir los derivados del cannabis, como el aceite, con lo cual en estos casos no podría haber detenciones por posesión de estupefacientes”.
Cambiar la ley de drogas para que no haya más presos por plantar es el pedido que sigue vigente desde las distintas organizaciones que conforman la red de cultivadores a lo largo del país.
Gabriela Calzolari, bióloga y referente de la organización Ciencia Sativa.
Ciencia Sativa y su acompañamiento a la comunidad
Ciencia Sativa tiene distintas ramas de inserción en la sociedad. Hay una red de microcultivos, que asesora y acompaña a pacientes y familias que cultivan o hacen aceites y colaboran con gente nueva que se acerca al espacio y necesita tratar distintas dolencias con derivados cannábicos.
También organizan actividades para los socios y el público en general, como talleres y capacitaciones sobre los usos del cannabis y realizan trabajos en conjunto para movilizar acciones a nivel político y potenciar las demandas que van surgiendo. En este sentido articulan con las organizaciones Cannabis medicinal Río Negro y Cannabis Terapéutico San Antonio – Las Grutas.
Por un lado, para este año desde Ciencia Sativa esperan tener más capacitaciones de cultivo de cannabis y, por el otro, desean comenzar con los cultivos de la organización, que a partir del nuevo decreto permite esta posibilidad. Se trata de procesos más costosos y que podrían realizarse sólo durante la temporada de verano en Bariloche – donde funciona la sede de la ong- debido a las condiciones climáticas.
Noticia cortesía diario Río Negro.
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